Los libros son mis unidades cronológicas favoritas. Para recrear el pasado y desenhebrar con más tino la urdimbre de mi memoria, casi siempre me basta con remitirme al libro que estaba leyendo en el tiempo que necesito recordar. Salvador Novo dijo lo mismo, pero más fino y sin tanta palabrería: “Mis libros/ tienen en sí/ las épocas en que los leí”. Que yo sea un lector calmoso y disperso posibilita esta feliz maniobra: la conjunción de ambos defectos hace que mi experiencia lectora casi siempre se dilate lo suficiente para ajustarse a las anchas parcelas de mi vida. Me tardo mucho (muchísimo) en acabar un libro, tanto que a menudo empiezo el siguiente cuando también comienza una nueva etapa de mi existencia. Puedo formular mejor esta idea: leo tan poco y tan lento que mis libros son épocas. Estos son algunos ejemplos de libros que no puedo disociar de una temporada exacta: a la ingenuidad y el arrojo adolescente y a la germinación de mi mal de lectura me remite Gringo Viejo. Mis primer
Este ensayo tiene su origen en un ejercicio creativo que nos impusimos en LVI . El proyecto se llamaba "Esto no es una cosa"; el objetivo era que cada participante describiera el objeto con el que los demás lo asociaban más, pero en la medida literaria justa para hacerlo trascender su coseidad (obviamente, la dirección menos escarpada para lograr esta misión era disfrazar ese objeto de amuleto). La versión final de mi propuesta está cercenada; esta tiene menos tajos editoriales, pero su verdadero atributo es que, a diferencia de aquella, no se trata, ella misma, de un amuleto. Patáfora de quien corre tras una gorra La ‘patafísica es la ciencia que estudia las leyes que rigen las excepciones. Aquí nos servirá para estudiar la excepcionalidad de las prendas para cubrir la cabeza. Por Gerardo Alquicira Zariñán *** Desperdicios sembrados al azar, el más hermoso orden del mundo. Heráclito. Las designaciones colectivas son consensos arbitrarios. Asigno nombres universales a un núme